Esta farmacia se adapta a la tipología tradicional de las boticas, de manera que al interior está compuesta por dos espacios rectangulares sucesivos, el primero de los cuales se dedica a la atención a los clientes, mientras que el espacio posterior corresponde a la antigua rebotica.
Pese a que la farmacia continúa en el local originario, al cambiar de propietario experimentó una serie de remodelaciones que alteraron notablemente su aspecto interior y exterior.
Por lo que se refiere a la fachada, actualmente se compone de tres vanos rectangulares, de modo que el central de los mismos, corresponde a la puerta de acceso, mientras que los laterales, tienen la función de escaparates. Originariamente, sin embargo, el acceso se realizaba por el vano que se encuentra en el extremo izquierdo (hoy escaparate), aunque sigue conservándose, en su nueva ubicación, la primitiva puerta de entrada de madera tallada y acristalada y de gran elegancia. Asimismo, tras la remodelación, se decoró la fachada, con el actual y llamativo conjunto de azulejería que flanquea los vanos.
Al interior, el espacio de la botica era en origen algo más estrecho, pero en 1995, se prolongó en anchura unos cuatro metros, aunque se conservó su profundidad. Del mismo modo se eliminaron los dos arcos que daban acceso a la rebotica, siendo sustituidos por un pasillo diáfano, y por último se remodeló por completo la rebotica, eliminando el mobiliario y las estanterías antiguas, y sustituyéndolo por las actuales cajoneras de almacenamiento de productos.
La decoración interior de la farmacia combina con acierto elementos pertenecientes a la primitiva botica, como parte del mobiliario, las estanterías laterales de madera, la sección central del mostrador o las cristaleras del techo, con otros pertenecientes a las reformas recientes, como por ejemplo la magnífica colección de botes cerámicos, destinados a contener los diferentes productos químicos y medicinales, tan habituales en las antiguas boticas.